Informar no es fácil. Eso lo saben los hombres y mujeres llamados periodistas que día a día, herramientas en mano caminan de un lugar a otro buscando la noticia para después difundirla con apego a la verdad. En ese diario afán no solo sienten las cálidas caricias del sol sobre sus brazos o los fríos besos de la lluvia en su rostro; sienten también las saetas hirientes del desdén y del desprecio de quienes no comprenden la dimensión real de esa noble labor o las contantes y sonantes razones de aquellos que conociendo de sus carencias se atreven a proponerle comprar sus conciencias. Estos paladines de la justicia – más entregados y valientes que aquellos que la administran – muchas veces sufren amenazas y agresiones.Todos concuerdan – sobre todo en el día del periodista – que por la naturaleza de su función son servidores públicos. Y claro que lo son (…y por ello el Estado debería de asignarles una remuneración como a todo servidor público, así evitaríamos que se “legitime” el mal uso de la prensa ya sea por acción propia o impropia…). Los periodistas, los periodistas probos, son pilares fundamentales del sistema democrático. Son en buena cuenta un pulsor de la democracia y su diaria actividad una unidad de medida del nivel democrático de los gobiernos de turno. Podríamos llenar kilómetros de páginas sobre la importancia social de su labor. Pero ese no es nuestro interés por ahora. Nos interesa por el contrario reflexionar sobre los argumentos de quienes se reputan de ser “gente de prensa”. En esta periodística fauna multicolor que pulula en nuestra región y sobre todo la que hoya sus pasos en la Av. Luzuriaga y demás calles aledañas, no cabe duda que además de ejemplares respetuosos y leales hay predadores y carroñeros. O mejor aún: caníbales. Si. Caníbales!!! Esto lo digo porque todos hemos empezado a ver una vendetta en contra de la gente de prensa impulsados por gente del mismo gremio.
Por ejemplo, nos enteramos hace unas semanas de la designación del también profesor y periodista Edgar Palma Huerta como miembro del Directorio de la Beneficencia Pública de Huaraz en representación de la Dirección Regional de Educación de Ancash y no podemos omitir que aquella designación es el mejor de los aciertos del Profesor Hernán Quiroz, no solo por el rédito a la buena imagen del sector Educación sino por los valiosos aportes que Edgar Palma puede hacer a la región Ancash.
Conozco a Edgar Palma Huerta desde muy poco y me une a él solo el hola cortés, distante pero siempre respetuoso. Sin embargo, sé que su experiencia periodística, por más de quince años, y su servicio a la comunidad desde esa trinchera es innegable e invaluable. Y yo me pregunto y les pregunto a toda la gente del gremio periodístico: ¿puede un periodista participar en el quehacer público desde una posición de gobernante, consejero, asesor, representante o director? ¿Es posible o no? ¿ Porque?. Queda abierto el debate señores…
Lo cierto es que los criticones, los criticados, ustedes y yo sabemos que en el fondo la TRISTE ADMIRACIÓN - ese nombre nuevo que a la envidia le dió Kierkeggard - y subjetivos intereses es lo que en el fondo motiva a desatar esta vendetta canibalesca a estos “ respètados periodistas” que han hecho de la información un vil negocio y se niegan a admitir que si bien todo cambia y evoluciona y entre ellas las costumbres, la moral y las personas, lo deben de hacer siempre para bien. Cambien mediocres envidiosos!
