Desde hace ya muchos años a la fecha, día a día los medios de prensa informan de un hecho ya no lamentable, sino de un crimen contra la naturaleza y por ende en contra de las especies vegetales, animales y los seres humanos. Se trata de la contaminación ambiental producto de la explotación avariciosa, irresponsable y delincuencial de las empresas mineras asentadas en toda la región. En momentos como este en que la gran minería ancashina representada por Antamina y Barrick, a quienes también las comunidades los sindican como causantes de graves daños ecológicos, no podemos dejar de recordar que también existe una mediana y pequeña minería que tras las sombras quizá contaminan más que todas estas minas grandes juntas.
Porque si las minas grandes tienen “algo” de cuidado y responsabilidad en su labor extractiva, las medianas y pequeñas no tienen el menor cuidado: vierten directamente sus desechos y residuos contaminantes a los ríos y lagunas. Es más, basándose en el poder del dinero y de las “buenas relaciones” han logrado hacerse de permisos, y licencias para explotar denuncios y poner plantas concentradoras sin ningún tipo de criterio técnico ni respeto por las leyes. Por ejemplo, fresco está en el recuerdo la lucha de los comuneros de Catac y caseríos aledaños en contra de la Mina Toma la Mano, una cuestionada empresa por sus actividades y sus nexos que contra viento y marea instaló allí su planta concentradora y acabó derramando zinc y cianuro allí y cambiando el ecosistema de toda la zona. Pero nadie ha reparado que lo mismo estarían haciendo en Pamparomás, Jangas y la Comunidad Campesina de Vicos en Carhuaz.
También está el caso de la minera California cuyas malas prácticas extractivas ya salieron a la luz pública. Y el caso de las mineras asentadas en la zona de Aija, una provincia donde la vida misma ya se hace insostenible. Y son tantos los casos que por donde se mire se ve el grave daño ambiental. Pero es cierto, también hay pocas, poquísimas mineras que trabajan con responsabilidad pero no es el caso de las mencionadas, sobre todo de la primera.
Y que hacen las autoridades del Ministerio de Energía y Minas? De la Dirección Regional de Minería?, la Fiscalía?. Hasta hoy poco o nada. La fiebre fiscalizadora les duró poco o quizá el “aceite” empezó a suavizar la postura funcional. Mientras tanto de la noche a la mañana estos inescrupulosos hacen de las suyas depredando, saqueando y contaminando nuestra tierra. Se enriquecen a costa del sudor de los humildes porque siempre abusan de los trabajadores pagándoles poco, intimidándoles con amenazas y haciéndoles trabajar sin la debida protección frente a la contaminación radioactiva de los minerales. Y lo que es peor, se dice que la “nueva riqueza” de muchas empresas mineras tendría su origen en el blanqueo del dinero del crimen, algo que las autoridades tendrían que investigar con celeridad y apego a la ley.
