El Perú no solo escuchó el Mensaje a la Nación, sino que recibió un mensaje muy personal de Alan García el 28 de julio del 2006, día en que asumió por segunda vez la Presidencia del Perú. El mensaje subjetivo fue claro y directo: no toleraré ninguna insubordinación ni cuestionamiento a mi poder, a mis decisiones y a mi gobierno. El poder soy yo y háganse de la cuenta de que soy la encarnación del Luís XVI, El Rey Sol. Por tanto, obedézcanme y pórtense bien porque guerra avisada no mata gente… Como se sabe, esa mañana en el Congreso de la República, Alan García sin respetar el protocolo y esperar tal como exigen las formas que Mercedes Cabanillas, Presidenta del Congreso, le impusiera la banda presidencial; tomó el distintivo del máximo poder de la nación y se la colocó él solo sin decir palabra alguna y sin mirar a nadie ante la incredulidad de los presentes en el hemiciclo y el estupor de los millones de peruanos que presenciamos el acto.
Y así el Señor Presidente empezó a gobernar inicialmente con un aparente espíritu concertador, democrático y respetuoso de los derechos fundamentales de las personas. Pero quien lo diría, no pasaron más de un año del puntapié al Sr. Lora y sus primeras “patadas oficiales” fueron para el leal Toledo y compañía. Durante la segunda vuelta electoral vimos a Sheput, Bruce, Ferrero y a todos los chicos buenos del cogollo chacanista expresar a coro que votarían por Alan Gracia porque para ellos era un demócrata a carta cabal y la salvación de la patria. Hoy los vemos denunciándolo como fascista y dictador con millonarios anuncios pagados en la prensa limeña. Increíble.
A continuación alborotó el cotarro magisterial implantando la criticada evaluación censal. El apresuramiento y presión por que los maestros se sometan a ese exámen sin pies ni cabeza hace pensar que en el fondo se trataría de una maniobra para enviar al SUTEP al tacho de la historia sindical peruana.
Luego Alan García se propuso reformar las leyes y establecer la pena de muerte a violadores y terroristas. Grave error. Siendo abogado debe saber que los derechos fundamentales no pueden ser modificados, suprimidos o anulados por ley, salvo por una reforma constitucional. Y ha sido nada menos que el patricio aprista Javier Valle Riestra – enhorabuena -quien ha puesto el punto sobre la i.
En el fondo lo que estaría pretendiendo Alan García es consolidar su autoridad y para ello no habría mejores cabezas de turco que los “terroristas” a quienes ni siquiera él puede ubicar y menos sindicar por nombre propio y a los que utiliza para atemorizar a la ciudadanía como los cuentos de terror de Fredy Krugger. Para este fin tiene como aliados a La Razón y a Correo, medios que han iniciado una agresiva campaña sicosocial desde hace más de tres meses y que vienen atosigándonos con titulares en contra de la CIDH y de los terroristas a quienes tampoco sindica. El Presidente sabe una gran verdad: en el Perú los presidentes los sustenta o EE.UU. o las FF.AA. Y lo que estaría pretendiendo es tener el respaldo de las FF.AA. y la PNP; por ello estaría creando enemigos del Estado para así poder despertar el spirit de corps de dichas instituciones.
Pero porque el Presidente se habría embarcado temerariamente en esta odisea?. Lo cierto es que ganó las elecciones presidenciales por una escasa diferencia del 0.5% . Y fue así porque los electores lo consideramos el mal menor frente a Ollanta Humala quien había sido satanizado por la CIA, Toledo y la prensa servil. Entonces Alan García necesita legitimar su autoridad y su poder y siendo una persona de carácter y pensamiento político muy especial pues ahí estaría la madre del cordero.
No olvidemos que en Ancash ya se han sentido los temblores de la volubilidad presidencial cuando de manera atípica entregó la administración y ejecución integral del P.E. CHINECAS al Alcalde del Santa, Guzmán Aguirre, cuando debió hacerlo al Gobierno Regional. Un nuevo frente para Alan García y arriesgadas jugadas que no sabemos como terminarán. Lo cierto es que aquí, una vez más la pita se rompe por el lado más débil…o indefenso.
