La irresponsabilidad, o mejor aún, la “conchudez” - por decirlo en criollo - de los mineros informales ha destruido y sigue destruyendo la paz ambiental y social. Tanto hacia el norte como al sur del Callejón de Huaylas – solo al lado de la carretera, como será más adentro – vemos los resultados de esas malas artes contaminadoras mineras. En Jangas, en la “Planta” paralizada, es increíble ver como se apiñan los montículos de material minero que inclusive invaden la autopista y que esperaban su turno para ser “tratado” en dicha “Planta” que en realidad es un “canchón”. Al sur en Ticapampa vemos que subsiste aún como si fuera un monumento – In Memoriam de la Ignorancia, La Imbecilidad y la Codicia de sus Gobernantes – un inmenso relave que antes amenazaba, pero que hoy ataca la salud y la vida de los pobladores. Un poco más allá en Cátac está otra “Planta Concentradora o de Tratamiento Mineral” que subsiste con la complicidad de su alcalde y de la Comunidad Campesina de Cátac, que por unos miserables soles han vendido su silencio. Cerca de ahí está Yanayacu, una modesta comunidad que se resiste a ser desplazada por los intentos de construir ahí una “nueva y moderna planta de tratamiento mineral” de propiedad de la Minera Toma La Mano que trata de arrasarlos con todo su poder “mediático y económico”.
Pero la irresponsabilidad de la “planta” de Jangas encontró la horma de su zapato en Jácome Depaz. Ellos pensaron que aún estaban en la gestión del Dr. Poterico, quien todo lo permitía, todo lo entendía y todo lo explicaba. Como por ejemplo, esa magistral explicación que le dio al MEM de ese rayo que mató “despedazando” a cinco trabajadores mineros en la Mina Mi Perú – en realidad fue la explosión de una arsenal de cartuchos de dinamita que estaban dentro de una lata de carburo y que al tomar contacto con la lluvia el carburo se calentó y produjo la ignición de los petardos, es decir murieron por la negligencia de los “empresarios mineros”– empresa que hasta ahora no ha dado siquiera el reintegro de los ataúdes a los familiares que lloran la injusticia. Sin embargo, dicen que el Dr. fue muy bien “reconocido”. Por eso, cuando vemos que un Director Regional como Fredy Jácome actúa aplicando todo el peso de la ley y no dejándose “coimear” o amedrentar por esos mineritos delincuentes - porque eso es lo que son, así se movilicen en camionetas de lujo 4x4, usen celulares con cine incorporado o tengan “buenas relaciones” - ya que al que viola la ley se le llama delincuente a secas, ni más ni menos, no podemos dejar de reconocer su labor.
Esperemos que la DREM ANCASH continúe por esa senda de fiscalización efectiva y pueda así constituirse como el impulsor de la legalidad minera y podamos tener un ambiente mejor y saludable ya no para nuestros nietos o hijos, sino hoy para nosotros mismos. Y que la actividad minera empiece a ser practicada con responsabilidad por profesionales comprometidos con su trabajo y con el ambiente y no por gambusinos ambiciosos.
