Pepe Melgarejo asumió el cargo de Decano del Colegio de Abogados de Ancash entre aplausos y hurras de los jurisprudentes e invitados que abarrotaron la casa lega. Fue esta mañana, en el “Día del Abogado”, y como es costumbre, recibió el collarín de manos del antecesor y expresó el “discurso de orden” en presencia de Julio Amaro, Presidente de la Corte Superior, María Malpica, Presidenta del Ministerio Público de Ancash, Lombardo Mautino, alcalde de Huaras, entre otros. Acto seguido la muchedumbre se dio un banquete de coctelitos, panecillos y abrazos. No faltaron por cierto esas frasecillas puñaleras que siempre pronuncian en voz baja quienes no lo quieren, cosas de la vida.
Melgarejo pronunció un discurso que se robó la admiración y ovación del pleno porque dijo muchas verdades: "Es el momento en que ya funcione de veras el Tribunal de Honor… así como nosotros exigimos buen desempeño debemos ser ejemplos con nuestras acciones de lo que reclamamos… pido desde aquí mayor integridad y celeridad en la administración de justicia a los jueces y fiscales". Y es que de un buen tiempo a esta parte ese gremio profesional había venido muy a menos. Hay ausencia de proyección social, de participación en la creación e investigación académica, de debates y foros jurídicos públicos, en la participación en los asuntos de estado y de la sociedad, etc. Por el contrario los abogados deambulan sin un norte, sin un rumbo. Alejados de la práctica y la defensa oral, impuesta por la “rigurosidad y celeridad” de los magistrados, han hecho una cuasi costumbre ganar los juicios en la mesa, en los papeles fríos de una incriminación tendenciosa, mediante “arreglos”.
La belleza del arte y la ciencia de la defensa legal que se manifiesta y eleva en la interpretación jurídica y jurisprudencial, en la exposición oral, en el alegato, en la confrontación, en el “careo”, va camino a ser una leyenda, una épica historia de los tiempos de Cicerón; solamente practicada por unos raros “legounicornios” cuya presencia, sin duda, engrandece y sostiene débilmente la práctica jurídica. Tanto así es el descalabro reinante que hasta el local institucional solo se utilizaba para parrandas y borracheras rentadas, no actos académicos como debería ser. Y los anteriores decanos, de penosa gestión, llamaban a los ingresos económicos “éxito” cuando en realidad por cada francachela rentada en que ganaban “money” perdían prestigium a raudales.
Fue esa casta de abogados y decanos, complacientes y “franeleros” con autoridades, jueces y fiscales, el que colaboró con la debacle de esas instituciones – que hoy están cambiando radicalmente - y de la sociedad ancashina y peruana. Los abogados, natos Protectores de la Legalidad, el Estado de Derecho y la Democracia olvidaron su función y miren la Nación que tenemos. Por eso, Pepe Melgarejo significa el renacer de la esperanza no solo en un gremio sólido, solidario y dinámico que honre y dignifique al abogado; sino también la esperanza del pueblo en una sociedad más justa. Porque necesitamos poner fin a los “errores de acción u omisión” de jueces y fiscales y la implementación del nuevo Código Penal y Procesal Penal que permitirá acelerar los procesos, que son muy largos, de tal manera que la justicia deje de ser transcriptiva, injusta y desigual para ser dinámica, justa y equitativa donde los legounicornios pervivan. Ojalá Pepe Melgarejo y sus agremiados no nos defrauden, por el bien de todos.
elfrancoopinador@hotmail.com
Melgarejo pronunció un discurso que se robó la admiración y ovación del pleno porque dijo muchas verdades: "Es el momento en que ya funcione de veras el Tribunal de Honor… así como nosotros exigimos buen desempeño debemos ser ejemplos con nuestras acciones de lo que reclamamos… pido desde aquí mayor integridad y celeridad en la administración de justicia a los jueces y fiscales". Y es que de un buen tiempo a esta parte ese gremio profesional había venido muy a menos. Hay ausencia de proyección social, de participación en la creación e investigación académica, de debates y foros jurídicos públicos, en la participación en los asuntos de estado y de la sociedad, etc. Por el contrario los abogados deambulan sin un norte, sin un rumbo. Alejados de la práctica y la defensa oral, impuesta por la “rigurosidad y celeridad” de los magistrados, han hecho una cuasi costumbre ganar los juicios en la mesa, en los papeles fríos de una incriminación tendenciosa, mediante “arreglos”.
La belleza del arte y la ciencia de la defensa legal que se manifiesta y eleva en la interpretación jurídica y jurisprudencial, en la exposición oral, en el alegato, en la confrontación, en el “careo”, va camino a ser una leyenda, una épica historia de los tiempos de Cicerón; solamente practicada por unos raros “legounicornios” cuya presencia, sin duda, engrandece y sostiene débilmente la práctica jurídica. Tanto así es el descalabro reinante que hasta el local institucional solo se utilizaba para parrandas y borracheras rentadas, no actos académicos como debería ser. Y los anteriores decanos, de penosa gestión, llamaban a los ingresos económicos “éxito” cuando en realidad por cada francachela rentada en que ganaban “money” perdían prestigium a raudales.
Fue esa casta de abogados y decanos, complacientes y “franeleros” con autoridades, jueces y fiscales, el que colaboró con la debacle de esas instituciones – que hoy están cambiando radicalmente - y de la sociedad ancashina y peruana. Los abogados, natos Protectores de la Legalidad, el Estado de Derecho y la Democracia olvidaron su función y miren la Nación que tenemos. Por eso, Pepe Melgarejo significa el renacer de la esperanza no solo en un gremio sólido, solidario y dinámico que honre y dignifique al abogado; sino también la esperanza del pueblo en una sociedad más justa. Porque necesitamos poner fin a los “errores de acción u omisión” de jueces y fiscales y la implementación del nuevo Código Penal y Procesal Penal que permitirá acelerar los procesos, que son muy largos, de tal manera que la justicia deje de ser transcriptiva, injusta y desigual para ser dinámica, justa y equitativa donde los legounicornios pervivan. Ojalá Pepe Melgarejo y sus agremiados no nos defrauden, por el bien de todos.
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