Y el jaleo continúa. Ayer los comerciantes del Pampón del Pedregal bajaron a protestar a la Municipalidad exigiendo al alcalde Mautino cumpla su nuevo pliego de reclamos: la re-reubicación de los comerciantes, liderados por la Sra. Margarita Corazi, ubicados en el malecón sur del río Quillcay bajo el argumento que sus ventas han bajado y que no ganan lo de antes porque toda la población huaracina se va al nuevo mercado del Rio Quillcay, y luego a los mercados de la Dirección de Trabajo y de Challhua.
Todos los nuevos “mercados” están en la misma situación: pisos de tierra, carpas precarias, poca clientela, desubicación y desorganización; hay malestar. Pero más incomodidad pasan las amas de casa que antes, en la Parada, tenían su tiempo y ruta de compras definida. La carne se compraba aquí, el arroz, allá, la fruta por ahí, etc. Ahora se les ve a las sufridas con sus carritos atollados entre el barro y las piedras en medio de una burundanga bulliciosa bajo el ardiente sol mediomañanero, sin conseguir todas las cosas que buscan en un solo mercadillo.
Para solucionar el grave problema del comercio informal, el desorden comercial y la insatisfacción comercial de la población, el Municipio Provincial haría bien en declarar y ejecutar la Reingeniería Comercial de Huaras. Eso pasa por construir el Mercado Mayorista, ordenar el comercio por rubros y afines (ropa, calzado, herramientas, comida productos agrícolas, etc), atender a los artistas y creadores artesanales que por las noches pululan temerosos en las Av. Luzuriaga, entre otros; de tal modo que se pueda terminar con el hacinamiento comercial y la ciudad este acorde con el marketeo nacional e internacional. Por su parte el silencioso alcalde de Independencia, Gregorio Mesarina, debe coordinar con la comuna provincial y construir el Mercado Central de Independencia, así aliviaría el tráfico consumista de la ciudad. Ello porque Huaras e Independencia si bien son dos comunas separadas políticamente, son una misma ciudad socio-geográficamente y por ende ninguno de los dos alcaldes puede acobardarse.
Pérez y su gente deben comprender que las ordenanzas no manejan las leyes de la oferta y la demanda sino el precio, la calidad, la cantidad y el servicio. Si la gente no compra en su mercado es porque los precios están más altos. Por ejemplo, ayer pregunté ahí por un kilo de uvas rosadas, me dijeron a S/,2.50; y la misma uva en el mercado de Marcelino Chávez (en realidad es del presidente César Álvarez) en la Dirección de Trabajo cuesta S/. 2.20; en el mercado de Corazi S/.2.50; y esa misma uva en la tienda al lado de mi casa la compro a S/. 2.50. Donde compraría Ud. las uvas? Pues en el mercado del Trabajo! Y si no deseo cargar peso, en la tienda al lado de mi casa!. Finalmente, si no habría uvas, en el Pampón de Pedregal o en el rio Quillcay. Pérez no debe pedir ordenanzas ni re-reubicaciones y más mercadillos informales al aire libre, tan paupérrimos como los antiguos mercados sechinenses; lo que debe exigir a la comuna es la Reingeniería Comercial de Huaras. Y prepararse junto a su gente para una natural y necesaria guerra de precios que los hará conquistar su preciado botín: los clientes y su preferencia.
Todos los nuevos “mercados” están en la misma situación: pisos de tierra, carpas precarias, poca clientela, desubicación y desorganización; hay malestar. Pero más incomodidad pasan las amas de casa que antes, en la Parada, tenían su tiempo y ruta de compras definida. La carne se compraba aquí, el arroz, allá, la fruta por ahí, etc. Ahora se les ve a las sufridas con sus carritos atollados entre el barro y las piedras en medio de una burundanga bulliciosa bajo el ardiente sol mediomañanero, sin conseguir todas las cosas que buscan en un solo mercadillo.
Para solucionar el grave problema del comercio informal, el desorden comercial y la insatisfacción comercial de la población, el Municipio Provincial haría bien en declarar y ejecutar la Reingeniería Comercial de Huaras. Eso pasa por construir el Mercado Mayorista, ordenar el comercio por rubros y afines (ropa, calzado, herramientas, comida productos agrícolas, etc), atender a los artistas y creadores artesanales que por las noches pululan temerosos en las Av. Luzuriaga, entre otros; de tal modo que se pueda terminar con el hacinamiento comercial y la ciudad este acorde con el marketeo nacional e internacional. Por su parte el silencioso alcalde de Independencia, Gregorio Mesarina, debe coordinar con la comuna provincial y construir el Mercado Central de Independencia, así aliviaría el tráfico consumista de la ciudad. Ello porque Huaras e Independencia si bien son dos comunas separadas políticamente, son una misma ciudad socio-geográficamente y por ende ninguno de los dos alcaldes puede acobardarse.
Pérez y su gente deben comprender que las ordenanzas no manejan las leyes de la oferta y la demanda sino el precio, la calidad, la cantidad y el servicio. Si la gente no compra en su mercado es porque los precios están más altos. Por ejemplo, ayer pregunté ahí por un kilo de uvas rosadas, me dijeron a S/,2.50; y la misma uva en el mercado de Marcelino Chávez (en realidad es del presidente César Álvarez) en la Dirección de Trabajo cuesta S/. 2.20; en el mercado de Corazi S/.2.50; y esa misma uva en la tienda al lado de mi casa la compro a S/. 2.50. Donde compraría Ud. las uvas? Pues en el mercado del Trabajo! Y si no deseo cargar peso, en la tienda al lado de mi casa!. Finalmente, si no habría uvas, en el Pampón de Pedregal o en el rio Quillcay. Pérez no debe pedir ordenanzas ni re-reubicaciones y más mercadillos informales al aire libre, tan paupérrimos como los antiguos mercados sechinenses; lo que debe exigir a la comuna es la Reingeniería Comercial de Huaras. Y prepararse junto a su gente para una natural y necesaria guerra de precios que los hará conquistar su preciado botín: los clientes y su preferencia.
